En este artículo vas a ver las direncias entra educar y adiestrar un perro
Definición de adiestrar un perro
La Real Academia Española de la Lengua define adiestrar como “hacer diestro (hábil, experto en un arte u oficio), enseñar, instruir”. Su segunda acepción nos mete ya un poco en nuestro tema: “amaestrar, domar a un animal”.
Una de las acepciones de educar nos la presenta como “enseñar los buenos usos de urbanidad y cortesía” y cuando define educación nos comenta el diccionario que es un “conjunto de disciplinas y ejercicios encaminados a lograr el desarrollo y perfección corporales”.
Tradicionalmente cuando nos referimos a un perro (o cualquier otro animal) se habla de adiestrar o adiestrador.
Anécdota de un cachorro de Golden Retriever
Hace unos días, en el tiempo muerto entre el fin de una de mis clases y el principio de otra, observaba con atención a un par de niños de no más de 10 años que jugaban en el césped con un cachorro de Golden Retriever que no superaría los 4 meses.
El perro corría detrás de ellos, incitado por sus gritos y aspavientos, saltando encima de ellos con frenesí.
Los niños se tiraban por el suelo, fomentando que el “perrete” en cuestión se le subiese encima, lamiéndoles la cara y las manos; incluso algún mordisquito se le escapó, claramente influenciado por la excitación del momento.
Como suele ser normal en niños de esta edad, los juegos llegaron a un punto de “aburrimiento” y estos pequeños mozalbetes “inventaron” un nuevo juego con su perro que consistía en cogerle por las patas y llevarlo como si de un saco se tratase.
Afortunadamente para el perrito también se aburrieron rápido.
Definición de educar un perro
Educar, es decir, “poner unas pautas disciplinarias y ejercicios encaminados a lograr el desarrollo y perfección corporal”, es básico e indispensable desde el comienzo de nuestra relación con el perro.
Esta educación está íntimamente ligada al adiestramiento, básico en el caso más frecuente, que nos va a permitir tener el máximo control posible sobre las acciones de nuestro amigo. Debemos ponerle una serie de reglas obligatorias en su cumplimiento y fomentarlas desde el mismo momento en que entramos por la puerta de casa con nuestro nuevo compañero.
Conseguir una conducta higiénica correcta en casa, premiando cuando evacua en el lugar adecuado, premiarle aquellos comportamientos correctos dentro del domicilio, instaurar unos horarios lo más regulares posibles para comer, acostumbrarle a quedarse solo en casa de forma lo más progresiva posible…, son algunas de las pautas que deberemos enseñarle al perro.
En el ejemplo que he comentado al comienzo de este artículo sería conveniente educar en un principio a estos niños sobre cómo deben jugar con su cachorro, qué deben fomentar y cuales son las acciones que deben ignorar o corregir (fomentar una boca blanda, que no sea brusco ignorándole si lo es…), cómo deben hablarle (no ser demasiado imperativos, no gritar, usar tonos agradables…), cómo deben tocarle (no ser bruscos, acariciar a favor de pelo, premiar cuando le toquemos y esté tranquilo…) e incluso podríamos involucrarlos en un pre–adiestramiento, con lo que el vínculo entre ellos se afianzaría enormemente.
Todo este trabajo es básico, fundamental e importantísimo para que dentro de un año (o quizá menos) no tengamos un perro hiperactivo, sin educación y problemático que acabe por destruir las ilusiones que teníamos puestas en la relación con nuestro perro y que tenga como consecuencia que la relación perro-guía-perro se vea seriamente afectada.
Leer: Cómo educar a un perro
Identificar los problemas de comportamiento del perro
Cuando el guía de un perro llama a un educador canino, en la mayoría de los casos suele ser porque tiene un problema. Aquel cuyo perro se sienta, se tumba, se queda quieto, acude a la llamada, no da ningún quebradero de cabeza en casa, no pide los servicios de una empresa de adiestramiento.
¿Cuándo aparecen estos problemas de convivencia? En una gran mayoría de los casos es en la fase o periodo de madurez, que puede encuadrarse aproximadamente a partir del primer año de vida.
El comentario suele ser siempre más o menos el mismo cuando aparece un problema por primera vez: “comenzó a comportarse así de repente, de un día para otro”.
La mayor parte de los problemas son reforzados por el guía en su etapa de cachorro. “Es que era muy gracioso que se subiera al sofá…”, “le gustaba mucho subirse a mis piernas y yo le hablaba y le acariciaba…” son ejemplos muy claros y que se repiten con asiduidad.
Lo que no se piensa en ese momento es que ese tierno, agradable, mimoso y pequeño cachorro de 3 meses, en breve, se convertirá en un adulto grande y fuerte que seguirá subiéndose al sofá (adueñándose de él), a su guía y al que pille por delante, con el riesgo que ello conlleva.
Dejando a un lado el trabajo deportivo que realizo y en mi modesta opinión, seguiré diciendo que soy y me considero un Educador Canino.