Sabemos que el olfato es el sentido más desarrollado del perro. Se estima que tienen, aproximadamente, cincuenta veces más receptores olfativos que el ser humano y que el sistema dedicado al procesamiento de olores ocupa más espacio en el cerebro canino que en el del hombre.
Además cuentan con el órgano vomeronasal, gracias al cual pueden olfatear e interpretar las feromonas que todos los seres vivos liberan de forma natural.
Como somos muy conscientes de ello, llevamos años aprovechando esta increíble capacidad olfativa de los perros para entrenarlos en varios campos como:
- La medicina: pudiendo, entre otras cosas, detectar distintos tipos de cáncer, ataques de epilepsia, o crisis de hipoglucemia en pacientes diabéticos.
- La seguridad: prestando su colaboración descubriendo determinadas sustancias importantes para el ser humano como puedan ser estupefacientes, explosivos, dinero, etc.
- El rescate: buscando supervivientes en zonas catastróficas o personas determinadas en amplios espacios. Y así un largo etcétera, ya que se ha demostrado que la tecnología no logra superar el olfato canino.
Pero también podemos utilizar este maravilloso talento que poseen para favorecer su estado de salud.
Ofrecer a los perros actividades que consistan en ejercitar su mejor herramienta les planteará nuevos retos.
También les motivará a enfocar todo su interés en la acción de oler, cansándoles mentalmente, relajándoles y provocando en ellos gran satisfacción por el trabajo realizado.
Habilidades de los perros: Olfato
Alcanzar un nivel de comprensión suficiente acerca del olfato canino, en un principio, es algo que puede escapar a nuestra imaginación.
Podemos conceptualizar vagamente que “los perros tienen una capacidad olfativa 100 veces superior a los seres humanos” amparándonos en la abundante cantidad de millones de neuroreceptores olfativos de los que los canes disponen, y así hacernos a la idea de lo fascinante que puede llegar a ser el mundo de los olores para ellos. Con todo y eso, a mí se me sigue haciendo muy difícil llegar a comprender qué “narices” es eso del olfato en perros.
No obstante, enfocando éste tema desde una perspectiva conductual, se nos abre una ventana a un mundo lleno de posibilidades y, por qué no, de diversión.
Sin llegar a tener muy claras las implicaciones que el olfato supone para los perros, a través de años de estudio y observación podemos llegar a la conclusión de que la capacidad de los perros para discriminar olores es sencillamente impresionante si la comparamos con la nuestra, así como que resulta ser una necesidad, hasta el punto de que si les privamos de ella, pueden surgir formas desadaptativas de comunicarse con el medio.
Nadie dudaría ni por un instante que si me presentan a una persona que no conozco le daría la mano gustosamente. Y nadie dudaría tampoco que si le rechazo el saludo, la persona se ofendería y en futuros encuentros conmigo, su manera de interactuar cambiaría muy probablemente por otra más arisca.
De la misma manera, un perro que es privado de utilizar su olfato durante los paseos, es más que probable que acabe escogiendo maneras poco deseables de interactuar con los perros con los que se cruza y termine obsesionándose por avanzar y tirar de la correa para llegar a un destino inexistente.
Hay que dejar cierta libertad al perro para olfatear todo lo que le rodea
Estoy estableciendo un paralelismo hipotético con la comunicación humana, y digo hipotético porque como afirmaba al principio de éste artículo, no tenemos ni idea de lo que el mundo olfativo puede suponer para un perro.
Pero lo que parece muy claro es que en un principio, la manera de la que un perro dispone para recabar información del ambiente, ya sea en su entorno conocido o en uno diferente, es el olfato.
Aunque esto es algo que se repite muchas veces, creo que es necesario para todos los amantes de los perros, y sobre todo para los propios perros, divulgar éste tipo de información para concienciar a la gente de que esto es algo que tenemos que respetar necesariamente para alcanzar un nivel óptimo de convivencia inter-especies.
Y aunque sea obvio, no lo parece tanto cuando salimos a la calle y observamos a una gran cantidad de personas paseando a sus perros, poniendo un empeño tremendo en que sus compañeros no se acerquen a oler nada ni a nadie, y a los perros haciendo lo propio por deshacerse de sus correas.
Los límites a la hora de interactuar con otros seres vivos de nuestros perros los deberíamos poner los guías, pero eso sí, siempre con cabeza.
Mi perro y yo tenemos una norma de convivencia que, sin estar escrita, dice muy claro: “Existe libertad para oler lo que nos dé la gana en los paseos, así como existe libertad para pararse a saludar a un vecino; además, ambas cosas se pueden (y deben) dar a la vez”.
Debemos respetar el olfato de los perros
Dicho esto, la idea general que considero necesaria expresar es que debería dar igual que no entendamos a la perfección lo que el olfato significa, basta con que comprendamos que está ahí y que los perros necesitan de él constantemente.
Nuestros perros probablemente no acaben de comprender que haya personas que se acerquen tanto, tanto, que lleguen a abrazarse o a besarse, por ejemplo. Sin embargo es algo que está ahí y respetan. ¿A que nos molestaría si no lo hiciesen?
Conviene saber que el hecho de oler determinados estímulos ambientales puede resultar una actividad altamente reforzante para nuestros perros. Sabiendo esto, sabemos también que es posible premiar a nuestros perros con oler algo que desean, aplicando el principio de Premack: “una actividad preferible refuerza la ejecución de una respuesta menos preferente si el acceso a la actividad preferida se hace contingente con respecto a la ejecución de la actividad menos preferida”.
Conclusiones
Si bien es difícil construir habilidades utilizando olores como premio, sí que podemos afianzar determinados comportamientos, sobre todo aquellos que ocurren durante los paseos. Esto puede ser una vía de escape para situaciones imprevistas en las que, además, no llevamos premios a mano.
Por ejemplo, en mi caso particular, aunque mi perro no hace sus necesidades en casa, me parece más que justo premiarle cuando estamos en la calle y lo hace.
Por eso, como me he fijado en sus puntos de preferencia de olores en el recorrido habitual de paseo, cuando hace sus necesidades, rápidamente le incito a oler las ruedas de algunos coches, determinadas farolas, etc, que se que le resultan muy interesantes. ¿Suena absurdo? Pues más absurdo sería no hacerlo y negar a nuestro perro un rato de placer que no nos cuesta nada proporcionarle.
Aplicando los mismos métodos, mi perro también aprendió por ejemplo a girar, a subir y bajar montículos a la señal, etc.
Y tú, ¿sabes respetar las habilidades olfativas de tu perro?
Te interesa leer: Perros de asistencia cardiaca