Aunque, efectivamente, un adiestramiento canino 100% en positivo es posible, bien es cierto que, actualmente, encontramos numerosos condicionantes que dificultan alcanzar esa ansiada cifra como, por ejemplo, el estrés cotidiano convertido en distrés o estrés negativo.
El hecho de llevar una vida ajetreada, siempre con prisas, puede hacernos flaquear en algún momento y llevarnos a descargar nuestra frustración con nuestro perro, a través de correcciones, inservibles e innecesarias, además de dañinas en mayor o menor medida.
Estamos seguros de que, si pudiéramos utilizar tratamientos de reducción del estrés en nosotros mismos a la vez que los aplicamos en nuestros perros y los mantuviéramos a lo largo de nuestra vida, conseguiríamos ese 100% no teniendo que corregir a nuestro perro en ningún momento.
Definición y objetivo del Adiestramiento en Positivo
Una definición de Adiestramiento en Positivo puede ser: método de adiestramiento basado en el respeto hacia el perro, que antepone su bienestar a los objetivos del adiestramiento.
Por su parte, el objetivo del Adiestramiento en Positivo se basa llevar a cabo el trabajo con nuestros perros con el máximo respeto posible, favoreciendo un entorno seguro de aprendizaje sin error, eliminando correcciones innecesarias (ignorando los comportamientos no deseados para que dejen de producirse, siempre y cuando éstos no sean auto-reforzantes para el perro) y basándonos en encontrar cuáles son sus motivaciones para premiarle (reforzar los comportamientos deseados para que se repitan).
Si de partida ya nos proponemos un objetivo ambicioso, “el 100%”, y estamos convencidos de sus beneficios, será más probable que consigamos mejorar su calidad de vida y la nuestra, independientemente de que no consigamos esa cifra.
Adiestramiento canino tradicional vs adiestramiento canino en positivo
Hace ya unos cuantos miles de años que comenzó nuestra andadura con estos maravillosos seres cubiertos de pelo que caminan a cuatro patas. Sin embargo, como todo en la vida, nuestro nexo con ellos va sufriendo cambios y pasando por distintas etapas, evoluciona.
Lo que empezó siendo una asociación puramente “comercial”, donde ambas partes ofrecían algo que el otro necesitaba y llegaban a un acuerdo para un intercambio (por ejemplo: cuido tu hogar y te aviso de posibles amenazas a cambio de comida y refugio), se ha convertido en una relación familiar.
Al fin y al cabo, el perro lleva ese concepto en su propia denominación “canis lupus familiaris”.
Los perros entran en nuestras vidas y nuestros corazones para compartir los buenos y los malos momentos. También participan en nuestras alegrías, nuestras penas y nuestras rutinas. En definitiva, toman parte directa en nuestro día a día.
Del mismo modo que nuestra relación con ellos se ha ido modificando con el tiempo, también lo ha hecho la necesidad de transmitir al perro determinados conocimientos.
Hace un tiempo bastaba con adiestrar a un perro, enseñar a un individuo a ser diestro en determinada actividad como la búsqueda de explosivos o estupefacientes, pero hoy se nos queda corto.
En la relación hogareña que mantenemos nace la necesidad de educar, dotar de una serie de conocimientos, habilidades y hábitos que nos faciliten la convivencia.
Leer: Solucionar problemas de convivencia con tu perro
Adiestramiento canino tradicional
Las técnicas más antiguas dentro del adiestramiento canino moderno, lo que actualmente llamamos adiestramiento tradicional, surgieron tras la I Guerra Mundial.
Uno de los primeros libros al respecto está escrito en Alemania, a principios del siglo pasado, por el coronel Konrad Most, quien entrenaba perros policía y perros que participaron en ambas guerras mundiales.
Fue pionero en su época, un avanzado para su tiempo. Utilizó técnicas de condicionamiento operante años antes de que éstas fueran estudiadas y se las pusiera nombre y la mayor parte del adiestramiento tradicional de hoy utiliza sus métodos basados en aprendizaje por evitación y escape.
Esto significa que la motivación del perro para hacer algo será buscar el cese del dolor o su no presentación.
Es decir, si se le ordena algo y no lo hace, será corregido a través de un estímulo aversivo y, si lo ejecuta bien, se le premia omitiendo dicho estímulo o interrumpiendo su administración. En este tipo de adiestramiento es donde caben herramientas como collares de pinchos, de ahogo o eléctricos.
Estos procedimientos tuvieron muchísimo valor en su momento y obtenían los resultados más avanzados hasta la fecha para el fin que buscaban, pero ya han pasado más de cien años desde entonces y es indiscutible que el contexto y los conocimientos en el presente no son los mismos.
Leer: Collar o arnés para perros
Educación canina en positivo
En la actualidad y con tantos años de investigación científica por medio, resulta absurdo pensar en el perro como si fuera un robot que solo se va a mover dependiendo de la orden que le hayamos dado.
Cuando nos referimos a nuestros compañeros peludos no hablamos de programar una máquina, hablamos de educar a un ser vivo, a un ser sintiente, admirable y espectacular cuando se le conoce. Y es aquí donde, hace no tantos años, surge otra corriente en el mundo de la educación canina: la educación canina en positivo.
La palabra educar tiene su origen en el latín “ducere” que significa “guiar o conducir” en el conocimiento, no obligar ni forzar a realizar u omitir determinadas acciones. Dotar de una comprensión del entorno en todo su contexto que permita al individuo comportarse de una manera adecuada, correcta o aceptable para la sociedad a la que pertenece y que nosotros, los seres humanos, hemos decidido que sea la nuestra.
La educación no solo va encaminada a una de las partes. El perro tendrá que aprender nuestra forma de vida, nuestras normas o nuestras costumbres. Pero nosotros también necesitamos aprender sobre su especie, su fisiología, sus necesidades, sus pautas de acción genéticas, etc.
Base científica en la educación canina actual
La educación canina actual recurre a conocimientos de distintas ciencias, entre las que se encuentran:
- Etología: que nos marca los aspectos conductuales propios de la especie y su relación con el medio. (consultar nuestro servicio de etología canina)
- Psicología: que ha estudiado durante años y estudia aún las leyes y principios del aprendizaje animal. Nos dicta como mejor procedimiento el reforzamiento positivo (mucho más allá de premiar con salchichas) y nos explica los perjuicios de valerse de técnicas punitivas. (leer artículo sobre psicología canina)
- Morfología y fisiología: que nos indican los beneficios o inconvenientes de usar determinados materiales (collar, arnés, etc.) y también si hay algún problema orgánico detrás de determinados comportamientos donde tendría que intervenir un veterinario.
- Biología: para poder tener en cuenta la estructura y la dinámica funcional común a los perros y poder adaptarnos a sus fases de desarrollo o a las características propias de cada uno.
- Antrozoología: que nos explica cómo funcionan las interacciones y el vínculo entre ambas especies, humanos y animales.
Cómo adiestrar en positivo
La realidad es que todos nos equivocamos con nuestros perros y respondemos de forma inapropiada en algún momento, no debemos echarnos las manos a la cabeza por ello. El problema no radica en hacerlo puntualmente (siendo consciente del error), sino que comienza cuando vemos que, aparentemente, funciona ese castigo y lo incorporamos en la educación, sin percatarnos de los efectos directos como el miedo o secundarios como ansiedad, estrés, bloqueo, indefensión aprendida (1), etc.
Es más constructivo esforzarse por pensar en la manera más adecuada de entrenar o solucionar problemas de comportamiento, que recurrir a la vía fácil de las correcciones.
Esta vía «sencilla», aunque parece el camino más corto, en realidad, tiene consecuencias a medio o largo plazo porque, al incrementar la tensión con nuestro perro y crear mal ambiente estropeando nuestro vínculo, hará que aumentemos los problemas en lugar de mitigarlos.
Otra cuestión importante que surge cuando hablamos de educación canina en positivo es la siguiente: ¿debemos poner límites al perro o puede hacer lo que le plazca?
Lógicamente, debemos poner límites. Todos los necesitamos porque, entre otras cosas, nos proporcionan seguridad. Pero la clave está en que estos límites se transmitan de una forma respetuosa teniendo en cuenta las emociones de nuestro perro, ayudándole a gestionarlas en lugar de inhibirlas.
Por otra parte, a la polémica recurrente pregunta de si la corrección verbal “NO” está permitida en el Adiestramiento en Positivo, la respuesta es relativamente sencilla: si lo utilizas para corregir y reducir la conducta, es un castigo positivo y, por lo tanto, está fuera del marco de Adiestramiento en Positivo.
Pero, ¿podemos avisar a nuestro perro que “no va por buen camino” con algún tipo de señal?
Aunque es una opción viable en el Adiestramiento en Positivo, hay muchas posibilidades de que convirtamos dicha señal en un castigo positivo y es difícil saber cómo condicionarla y utilizar bien, por lo que no es conveniente que se utilice o tendrá que aprenderse junto a buenos profesionales. De este modo, evitaremos cometer errores en su ejecución que puedan crear confusión en el perro.
Es cierto que algunas personas que trabajan en positivo utilizan una señal para indicar al perro que no está haciendo las cosas de forma correcta como el “wrong” de Mary Ray o el “mala suerte” de Jean Donalson.
Un ejemplo de esta forma de enseñar es el juego de “frío y caliente” que indica al perro si va por buen camino (caliente) o se aleja del premio (frío, frío). Particularmente, no somos partidarios de utilizar el “NO” como información del error, para que no se asocie a un castigo positivo.
El riesgo de informar sobre el error, está en utilizar esa información como una corrección gritándole «¡¡NO!!» o añadiendo a esa información un gesto o mirada amenazante (pues es una señal que se utiliza en momentos en los que fácilmente puedes estar sintiendo emociones poco agradables).
Emplear alguna frase más larga que el “NO”, seguramente facilitará las cosas y evitará que la utilicemos como una corrección. ¿Habéis probado a gritar enfadado “¡MALA SUERTE!”? Por lo menos a nosotros, nos resulta más difícil que gritar “¡NO!”.
Creemos que, como en todo, en el equilibrio está la clave del entrenamiento. Si conseguimos utilizar pocas señales que avisen al perro que no va por buen camino, significará que estamos esforzándonos y trabajando adecuadamente para que cometa los menores errores posibles.
Pautas para la educación canina en positivo
El objetivo es ofrecer unas pautas claras que promuevan un cambio hacia la educación canina en positivo y que, a su vez, ayuden a hacerlo de una manera exitosa. Así que, si te decides a cambiar de estilo educativo, ten en cuenta que:
1. Este estilo de crianza y educación es una elección consciente, así que requiere un esfuerzo activo.
2. Evitemos reaccionar cuando estemos molestos: tomemos un tiempo para calmarnos.
3. Pensemos en aquellas conductas que nos molestan, planifiquemos cómo queremos reaccionar ante las situaciones difíciles y cómo tratar de modificar estas conductas, de manera que se trabaje usando el reforzamiento positivo en lugar del castigo.
4. Analicemos nuestro «bagaje» emocional. ¿Qué situaciones y conductas de nuestro perro detonan nuestra ira o malestar? Si identificamos nuestros disparadores, podremos prevenirlos, para poder trabajar las modificaciones desde la calma.
5. Céntrate en la meta. Es muy probable que los anteriores métodos no nos estuviesen dando el resultado que esperábamos y por eso cambiamos, entonces, ¿por qué volver a lo antiguo que no nos sirvió? Simple, porque es lo que conocemos. Mantenernos enfocados en lo que queremos lograr, por lo general, nos mantendrá fijos en el camino.
6. Analiza la conducta de tu perro y afronta desde lo más sencillo a lo más complejo. Si comenzamos teniendo experiencias de éxito, es mucho más probable que persistamos en los métodos que queremos utilizar.
7. Enfócate en solucionar y no en reaccionar. Planifica actividades que ejerciten las «conductas positivas» o adaptativas en tu perro, enseña, guía, premia y acompaña en lo bueno.
8. Conviértete en un detective conductual. Busca las causas del comportamiento de tu perro, no interpretes o hagas inferencias de la conducta de tu perro como si fuesen conductas o razonamientos humanos. Antes de formar suposiciones y actuar piensa que es un perro, no hace las cosas por venganza o para fastidiarte, busca la respuesta en la etología canina, no en la humana.
9. Si vemos la educación del perro como un trabajo forzado, o pensamos que es un caso irrecuperable, jamás vamos a disfrutar de él.
10. Si necesitas ayuda, no dudes en llamar a un profesional, no cualquiera puede darte los consejos adecuados.
La educación canina en positivo es la forma más rica de crecimiento. No es una fórmula mágica, pero todos estos consejos pueden ayudarnos a encaminar mejor el desarrollo de nuestros compañeros peludos.
La educación canina en positivo es el futuro
La educación canina en positivo se ha instaurado en España hace años y ya lleva mucho tiempo consolidada en el resto del mundo, se ha abierto camino con mucha fuerza y es a base de querer mejorar, compartir información y dialogar para llegar a la mejor vía de trabajo con nuestros perros.
Esta inquietud por progresar es lo que hará que todos encontremos nuestro camino y ayudemos a encontrar el suyo a quien decida animarse a Educar en Positivo.
¿Te animas a desterrar de las vidas de nuestros perros el miedo a equivocarse como método de aprendizaje? ¿Te sumas a los que apuestan por crear un buen vinculo emocional con su perro para que esté deseando aprender contigo?
Conclusiones de la educación canina en positivo
Aunque no creemos que haya ninguna herramienta educativa que funcione en todos los casos ni con todos los individuos, sí existen principios que nos guían en este proceso. Los principios de la educación canina en positivo, basados en el respeto hacia el perro, están amparados por décadas de estudio científico que sostienen que un ambiente hostil no es propicio para el aprendizaje.
La educación en positivo es un estilo de educación efectivo que aplaude el acierto en lugar de prestar atención a los «errores».
Busca que sus “alumnos perrunos” se sientan arropados, seguros y confiados, donde sus necesidades son atendidas y asertividad y amabilidad caminan de la mano para enseñar normas, a ambas especies, que faciliten la convivencia.
Se trata de identificar las razones que hacen actuar al perro de determinada manera para trabajar sobre esos motivos, en lugar de intentar eliminar un comportamiento determinado que solo satisfaga, y probablemente de forma temporal, a una de las partes.
La educación en positivo defiende que una disciplina que enseñe no es ni permisiva ni punitiva y se enfoca en buscar soluciones en lugar de imponer castigos.
En definitiva, la educación en positivo es el compromiso, por parte de los que nos dedicamos a este maravilloso mundo, de adquirir mayor conocimiento y aplicar muchos años de investigación científica para educar, cada día mejor, a estas familias multiespecie y conseguir una convivencia más larga, armoniosa y feliz, donde el bienestar integral es la meta.
Si quieres aprender más sobre educación canina en positivo aquí tienes un Webinar sobre ello donde desmontamos «mitos»
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