A mi perro adoptado le cuesta adaptarse.
Si tu perro adoptado no se adapta, a continuación, te contamos todo lo que necesitas saber para conseguir una buena integración y una convivencia agradable con todos los miembros de la familia.
En primer lugar, si has tomado la decisión de adoptar un perro de una protectora te damos la enhorabuena y sobre todo te damos las gracias en nombre de tu perro.
Entendiendo la vida de los perros de los refugios
Antes de nada, cuando adoptamos un perro de una protectora canina debemos hacer un gran trabajo de empatía y ponernos en su lugar.
¿Cuál es la vida que ha llevado en la perrera? ¿Y antes de llegar a la protectora? ¿Cuáles son sus gustos? ¿Qué miedos puede tener?
Los perros procedentes de protectoras han tenido una vida que, en la mayoría de casos, desconocemos. Por tanto, falta información para saber cuál es su pasado, sus conocimientos, sus destrezas, sus miedos o inquietudes.
Ciertamente, partimos de la base de que “algo tuvo que pasar” para terminar llegando ahí: abandono de sus anteriores guías, haber nacido en la calle, haberse perdido, etc.
En cualquier caso, el periodo de transición de su llegada al refugio puede haber sido emocionalmente muy intenso.
Además, durante su estancia en la protectora, ha vivido en un ambiente que puede generar mucho estrés para algunos individuos: incertidumbre en el número de paseos y duración de los mismos, cercanía con otros perros sin un contacto social agradable, ladridos durante gran parte del día, frío o calor según la época del año, dificultad para descansar correctamente, etc.
Con todo esto, tenemos la suma de dos experiencias desagradables: la etapa pre-protectora y la etapa protectora.
Antes de la llegada del perro adoptado a casa
Por esa razón, es importante que, antes de llegar el perro a casa, preparemos un espacio en el que pueda estar y descansar tranquilo. Además, necesitaremos cuencos de comida y agua, juguetes, correa y arnés.
También es altamente recomendable que nos informemos sobre nociones básicas de educación canina en positivo y en aspectos como la comunicación canina y la psicología del aprendizaje.
Este último punto facilitará mucho la labor para saber cómo se está sintiendo el perro en cada momento y, a partir de ahí, estar mucho más preparados para poder ayudarle a una correcta adaptación a su nueva familia humana.
Seguramente la protectora te lo indicará, pero en caso de que no lo hiciese, hay que ir a visitar al perro varias veces para pasar tiempo con él, salir a pasear, jugar juntos, etc., antes de completar la adopción.
Tras la llegada del perro a casa
Por lo tanto, una vez que le abrimos las puertas de nuestro hogar, lo primero y fundamental es estar calmados. Evitar cualquier tipo de juego demasiado estimulante, gritos, televisión demasiado alta: debe respirarse tranquilidad.
Una vez dentro pasearemos por todas las estancias de la casa para que el perro puede conocer el lugar y “hacerse un mapa” de dónde se encuentra.
Los primeros días no realizaremos con el perro ejercicios de educación básica ni le proporcionaremos juegos demasiado excitantes como tirarle la pelota en la calle.
Es más, evitaremos a toda costa realizar juegos invasivos de cuerpo contra cuerpo ni tampoco “tira y afloja”.
En este momento, el perro solo necesita descansar y empezar a acostumbrarse al lugar, a las personas de la casa y al barrio, así como hacer asociaciones de todo ello con experiencias agradables.
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Qué hacer si no se adapta
Puede que, a pesar de haber seguido las pautas anteriores, haya perros que pasados unos días continúen presentando conductas de malestar o incomodidad. Quizá no pueda quedarse solo en casa porque comience a ladrar sin parar o le cueste moverse de un sitio y parezca estar “atrincherado” en algún lugar concreto. Las posibilidades son muy amplias y habría que analizar cada caso concreto.
De todos modos, cada perro necesita una cantidad de tiempo diferente para acostumbrarse a una nueva casa, desde unos días hasta varias semanas.
En ese caso, es recomendable seguir las siguientes indicaciones:
- Estar calmados y tener mucha paciencia.
- Usar tonos de voz neutros y tranquilos.
- Mover las manos de manera natural, lenta y predecible, evitando movimientos bruscos.
- Establecer rutinas para los paseos y las comidas.
- Conseguir un espacio seguro en la casa donde tenga su cama y algunos juguetes.
- “Dejarle su espacio” para que pueda ir gestionando sus propias emociones y no invadir su zona de descanso.
- Darle objetos apropiados para que haga masticación, lo cual le ayuda a relajarse.
- Hacer juegos tranquilos de olfato, ya que eso estimula su mente y le ayuda a relajar también. Por ejemplo, esparcir trocitos de comida en una habitación con poca luz o en una alfombra olfativa.
- Mantener un ambiente tranquilo, en cuanto a ruidos en la casa.
- Evitar cualquier tipo de corrección o castigo hacia el perro.
- Identificar su lenguaje canino para adaptarnos a su estado de ánimo.
- Hablar con la protectora para comentar la situación por si nos pueden ayudar.
Probablemente, muchos guías no sean capaces de descubrir exactamente por qué el perro adoptado no se adapta.
Si es así, seguramente es conveniente realizar una evaluación de su comportamiento por si pudiera tener algún problema de conducta o trastorno por parte de profesionales de educación canina en positivo para poder ayudarle directamente.
Por ejemplo, LealCan lleva más de 20 años en el adiestramiento canino, hemos colaborado con protectoras en más de una ocasión y los educadores caninos conocen perfectamente la vida de los perros en refugios.
Conclusión
Si tras la llegada de un perro adoptado no se adapta al nuevo hogar, te recomendamos tener paciencia y tranquilidad para darle el tiempo necesario para acostumbrarse al lugar y a las personas.
Finalmente, la confianza es un largo camino, una carrera de fondo que no podemos conquistar en un solo día, sin embargo, cada día podemos realizar acciones para fomentar un vínculo sano y fuerte en el equipo humano – perro.
Una vez superada la etapa de adaptación del perro a la casa, descubrirás que ha sido la mejor elección y el perro te lo agradecerá el resto de su vida.
Daniel Luque
Adiestrador canino de LealCan