Cuando se decide introducir un cachorro en la familia, una de las dudas que suelen surgir es cuál es la mejor edad para traerlo. Con este artículo se van a dar algunas claves que faciliten esta decisión.
Existe la creencia de que es suficiente que el cachorro ya sea capaz de alimentarse con pienso para poder llevarlo a casa, algo que puede ocurrir con tan solo 4 semanas de edad.
Además, es inevitable que un cachorro tan pequeño despierte gran ternura y aumente en nosotros las ganas de llevárnoslo cuanto antes. Se puede pensar, de hecho se hace, que de este modo es más sencillo establecer el vínculo.
Aquí puedes ver un mito sobre dejar sólo al cachorro en casa
Pero separar a un cachorro demasiado pronto de su madre entraña unos riesgos que pueden traducirse en problemas de comportamiento cuando nuestro éste sea un perro adulto.
La importancia de la socialización del cachorro en la familia
A partir del día 21 desde el nacimiento, empieza lo que se conoce como periodo de socialización del cachorro y que llegará hasta los tres meses de edad; durante este periodo adquiere distintos elementos como:
* Autocontrol
* Los patrones sociales
Estos patrones se instauran, entre otros, a través del juego con sus hermanos y con la mediación de la madre para que vayan aprendiendo, entre otras pautas, a inhibir su mordisco, a tener autocontrol durante el juego y relacionarse de forma adecuada con otros perros.
Si el cachorro es privado de estas experiencias puede convertirse en un adulto que haga daño durante el juego y al que le va a costar canalizar adecuadamente su energía, lo que dificultará la convivencia con él.
El vínculo en cachorros
Si lo que buscamos con una adquisición temprana del cachorro es fomentar el vínculo, cierto es que elegir un cachorro de menos de 3 meses es muy fácil hacerlo, ya que se encuentra en un momento en el que la presencia de una figura materna es fundamental para su desarrollo.
La ruptura del lazo con la madre y el malestar que este genera, puede resolverlo tomando a los humanos en sustitución de ésta.
Este apego le permite terminar su desarrollo, pero solo funciona si después se fomenta también un desapego. El desapego posterior o no se da o no se hace de la manera correcta, pudiendo tener como consecuencia la aparición de un hiperapego que puede fomentar el desarrollo de síndromes de tipo ansioso.
Además se considera que entre la 8ª y 10ª semana de vida, los hechos emocionales traumáticos, como la separación de la madre y los hermanos, pueden provocar cambios duraderos en los sistemas de mediación del estrés en el cerebro por CRF (factor de liberación de la corticotrofina) dando lugar a miedos que persistan a lo largo del tiempo.
Estos miedos pueden dar como resultado perros que en la edad adulta muestren una respuesta excesiva ante situaciones que desencadenen estrés y por consiguiente mayor predisposición a padecer problemas de comportamiento relacionados con el miedo, la inseguridad y la ansiedad.
Conclusiones
Por todo ello se puede decir que lo más adecuado es facilitar la permanencia de los cachorros junto a su madre y el resto de la camada hasta al menos los 2,5 meses de edad.
Lo que no quiere decir que si la separación se produce antes, vayan a tener lugar los problemas antes mencionados, pues éstos pueden evitarse con una buena socialización, trabajando un desapego adecuado a partir de los 3 meses y favoreciendo una llegada al nuevo entorno lo menos traumática posible, para lo que suele ayudar que el perro conozca a la nueva familia antes del traslado.
No obstante, si los cachorros y la madre se encuentran en un entorno apropiado puede resultar más sencillo, favorable y recomendado no separarles hasta al menos esos 2,5 meses de edad.
Cierto es que no siempre es posible respetar estos tiempos de permanencia junto a la madre y el resto de la camada, sobre todo en los casos en los que no se encuentren en condiciones adecuadas y sea apremiante sacar a los animales de situaciones desfavorables o ambientes empobrecidos.
Quizá esta información sirva de ayuda a las protectoras que puedan mantener una camada junto a su madre en una casa de acogida, pudiendo evitar futuros problemas de comportamiento y facilitar así una adopción definitiva.
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Y por supuesto, a aquellas personas que quieran recibir un cachorro en la familia.
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